En la tierra roja, cerca de un manantial famoso por sus aves,
Se esconde el de habla rusa y apellido zeta, la última letra.
Entre petirrojos, oropéndolas, faisanes y alondras, caza furtivamente
A presa herida, perdida y confundida.
Cuando la capta, siente orgullo en vez de vergüenza,
Y aunque abandona a su compañera.
No es soldado, ni héroe, ni esposo, ni hombre,
Sino cobarde.
En una época justa ya estaría muerto. ¿Pero quién sabe?
Acaso el cazador se convierta en el cazado
Y el destino por fin lo reclame.
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